domingo, 31 de enero de 2016

DISCRIMINADA POR SU FISICO.

La última vez que María José Martín, de 28 años, encontró un empleo fue hace 6 años.
 Era jardinera. "Me gustaba mucho, pero tenía un contrato temporal", explica. Desde entonces ha hecho más de 70 entrevistas de trabajo.
 No es que María José no esté capacitada para trabajar ni que esté buscando un puesto inaccesible: "Me he movido por todos lados: comercios, fábricas... y nada", afirma. Las únicas taras que le están cerrando las puertas laborales a María José son su obesidad, su alopecia y su exceso de vello facial. Desarreglo hormonal Desde los 20 años sufre un desarreglo hormonal severo por el que tiene que ir durante casi las 24 horas del día con una diadema gruesa en la cabeza para disimular la pérdida de cabello. "No me dan trabajo por mi aspecto físico", denuncia. Hasta ahora, en todas las entrevistas había escuchado la típica expresión de "ya te llamaremos". Pero a la última que acudió, para trabajar en un almacén, la frase se tornó aún más demoledora: "Deja pasar a estas dos chicas y ésta que se largue de aquí. Luego destruye su currículum", ordenó el encargado a su secretaria delante de María José. "Mi chica tiene depresiones.
 No tiene ni fe ni alegría ninguna en encontrar un trabajo digno", confiesa José, el novio de María José, en una carta enviada a 20 minutos. El problema no es sólo psicológico, también afecta a la vida en común de ambos. "Mi sueldo de mileurista no me da para buscarme una casa donde vivir juntos", explica José. "Es una chica trabajadora, dulce y educada. ¿Acaso esas cualidades no valen más que el mero aspecto físico?", se pregunta su novio.

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